No siempre las relaciones entre padres e hijos se dan naturalmente. En muchos casos, los lazos van distorsionándose y se vuelven dañinos. Existe una dependencia primaria en todo ser vivo, porque a través de ella se aprende a vivir, a relacionarse con el otro y también con el ambiente. Pero como en todo campo humano, pueden darse trastornos. "En palabras comunes, la dependencia emocional es la relación entre individuos que, en este caso de los padres, sería una necesidad de vivir atados a los hijos, existir únicamente para ellos; asfixiándolos al coartar su libertad y aún peor, esperar recibir lo mismo generando así: culpa y mucho dolor", explica la educadora y psicóloga clínica María Luisa Barboza. La dependencia no es mala, solo si se vuelve excesiva y no permite a los hijos tomar sus propias decisiones, equivocarse, aprender, hacer y deshacer sus necesidades y deseos. Esta problemática se da tanto en padres jóvenes de niños adolescentes como en los padres muy mayores que han quedado solos y buscan desesperadamente un vínculo de dependencia con sus hijos. (Abc Color, Lourdes Peralta – 26 de marzo de 2016).